Comentario
El 12 de septiembre de 1943, un comando de paracaidistas alemanes, mandado por Otto Skorzeny, libera a Mussolini en el Gran Sasso. El Duce es conducido al Cuartel General alemán y posteriormente a Munich, desde donde se prepara para su vuelta a Italia.El día anterior, 11 de septiembre, el mariscal Kesselring había publicado una ordenanza en la que declaraba territorio de guerra sometido a las leyes alemanas de la guerra a todo el territorio italiano que controlaban sus tropas.El orden público quedaba confiado a las autoridades y organizaciones civiles italianas, que debían impedir todo acto de sabotaje y de resistencia pasiva contra las medidas alemanas. Evidentemente se contaba ya con la idea de un nuevo Estado fascista italiano.En efecto, el 9 de septiembre, al día siguiente de la publicación del armisticio entre los aliados y Badoglio, cuanto el rey y su Gobierno abandonan Roma, se había constituido un Gobierno provisional fascista en Prusia oriental al amparo del Cuartel General alemán.Formaban parte de él los ex jerarcas que se habían opuesto a Grandi en el Gran Consejo y que se habían refugiado en Alemania, entre ellos, Roberto Farinacci, Alessandro Pavolini y Vittorio Mussolini, hijo del Duce. Su primera proclama, del mismo día 9, fue transmitida a través de la Agencia oficial alemana de información.Inmediatamente después de sus entrevistas con el Führer, Mussolini puso manos a la obra. Entre el 15 y el 17 de septiembre promulgó seis órdenes del día -siempre a través de la agencia alemana- para informar a los "fedeli camerati" de haber recobrado la suprema dirección del fascismo, de la reconstrucción del partido con el nuevo nombre de Partido Fascista Republicano, de la reorganización del mismo y de la Milicia.En el último de ellos se refería también a la posición de los miembros del partido en relación a su postura frente al golpe de Estado, la capitulación y el deshonor; ello era ya un preludio del proceso de Verona.En aquellos mismos días nombró a Alessandro Pavolini secretario general del nuevo partido y a Renato Ricci como comandante de la Milicia. Igualmente acusó a la dinastía Saboya de ser la principal causante de la desgracia de Italia.El 23 de septiembre, Mussolini anunció la formación del nuevo Gobierno. Prácticamente habían desaparecido de la circulación los grandes nombres del ventenio anterior.Él mismo asumió la Presidencia y los Asuntos Exteriores; la Defensa fue encargada al mariscal Graziani, casi el único alto mando militar de prestigio que se le mantuvo fiel; del Interior se encargó Buffarini-Guidi, y del importante Minculpop (Ministerio de Cultura Popular), del que dependía la propaganda, Fernando Mezzasoma.Podemos afirmar que el núcleo dirigente del nuevo régimen lo constituían, además de Mussolini mismo, Pavolini, Buffarini-Guidi y Mezzasoma.La sede del nuevo Gobierno se fijó en Saló, a orillas del Garda, y los diferentes ministerios se desparramaron por localidades cercanas. El abandono de Roma -impuesto por los alemanes- privó al nuevo Estado fascista de buena parte de su prestigio y acentuó la imagen de precariedad y dependencia del mismo.El 27 de septiembre de 1943 en la Rocca delle Caminate, la villa de Mussolini en Romaña, tuvo lugar el primer Consejo de Ministros de la recién nacida República. Mussolini asumió también el cargo de jefe del Estado provisional en espera de la convocatoria de una Asamblea Constituyente que lo definiese jurídicamente y que no tendría lugar.Los alemanes habían conseguido sus objetivos militares a raíz de la publicación del armisticio. Controlaban, en efecto, la mayor parte de Italia, pero desde el punto de vista político, sus objetivos no estaban tan claros, al menos en un primer momento.Independientemente del éxito o no de la liberación de Mussolini que preparaban, había dos opciones: la ocupación militar o la creación de un Gobierno "aliado".Evidentemente optaron por la segunda, aun antes de la liberación del Duce. Pero la presencia de éste podía suponer para ellos más complicaciones que ventajas.Sin embargo, fue el propio Hitler quien convenció a Mussolini de la necesidad de ponerse al frente del nuevo Estado, algo de lo que el italiano no estaba, al parecer, demasiado seguro.Los puntos fundamentales del plan alemán para Italia se cumplieron al pie de la letra. Así, se confió al ejército del Tercer Reich el control de una amplia zona a espaldas de la línea del frente, lo que privó a la nueva república de establecer su sede en Roma.Igualmente pasaron al directo control alemán -militar y civil- los territorios fronterizos del Tirol del sur (Alto Adigio para los italianos) y parte del litoral adriático. Los alemanes controlaron también el aparato productivo italiano a través de una comisión específica creada por AIbert Speer, ministro de la Producción de Guerra del Tercer Reich.A través de las SS del general Wolf, verdadero procónsul de Hitler en Italia, los alemanes controlaban también la vida política en los territorios directamente confiados a su administración militar.Un papel fundamental en el nacimiento del nuevo Estado republicano hay que atribuírselo al embajador alemán en Roma, Rahn, quien llevó a cabo las negociaciones con distintos personajes para la formación del Gobierno.A instancias del mismo Rahn, el Gobierno alemán solicitó de sus aliados el reconocimiento de la República Social Italiana; así lo hicieron los Gobiernos de Bulgaria, Rumania, Eslovaquia y Japón. Pero, entre los neutrales, el reconocimiento sueco contrastó con la negativa rotunda de la España de Franco, que abandonaba así a quien tanto había hecho por su victoria.Hacia finales de octubre de 1943 disminuye la presión alemana directa y Mussolini intenta orientar el trabajo de su precario Gobierno en dos sentidos principalmente: la reconstrucción del Partido y la reconstrucción del Ejército. Sólo con ello podría dotar de una mínima entidad al nuevo Estado, que hasta entonces no pasaba de ser una entelequia.